Carolina Stramare es la nueva Miss Italia


VENECIA, 7 SET – Agotada por el cansancio pero feliz por la coronación, la bella Carolina Stramare, de 20 años, oriunda de Vigevano (Pavia), Miss Italia 2019, se dice en sueños tras la proclamación.
    Y no solamente las fotografías, los compromisos del después de la final sino también mil ideas acerca de lo que sucederá de ahora en más, cuántas puertas se abrirán hacia el futuro. Todo parece un sueño.
    “Vivo el presente, será todo motivo de evaluación”, dice Carolina que prueba hacer una síntesis de las emociones en una jornada que seguramente le cambiará la vida.
    “Una experiencia única que llevaré por siempre en mi corazón.
    ¿Una dedicación? A mi madre, que seguramente siempre me está mirando”, responde la muchacha, huérfana desde hace un año de progenitora. Carolina espera que el título sea un motor para su profesión en la moda, aunque se especializa en el ‘design’, atenta a una posible salida laboral en la empresa de la familia en el sector de la decoración. Pero no se cierra a otras oportunidades en la televisión o en el mundo del cine.
    En la noche, en directo por Rai 1 -donde la final retornó luego de seis años y festejó su edición número 80, obteniendo un promedio de 2,7 millones de espectadores (un 20% del ‘share’)- Carolina, en el concurso con el número 3 y la faja de Miss Lombardia, había sido excluida en las precedentes fases de votación, pero nuevamente estuvo en carrera gracias al jurado de las “Miss históricas” que tenía la potestad de depositar en la final a una sola concursante.
    Finalmente fue coronada mediante el tele-voto con un 36% de las preferencias. Ella se dijo orgullosamente lombarda, pero tiene orígenes mitad en Treviso: el abuelo Giovanni era de Col de Roer, parte de Valdobbiadene donde viven parientes que le han asignado un segundo título, “Miss Unesco”, por las Colinas del Prosecco reconocidas como Patrimonio de la Humanidad.
    Ojos verdes, cabellos castaños, nacida el 27 de enero de 1999 en Genova, tiene novio y trabaja desde hace tres años como modelo. Su familia está compuesta por el papá Romeo, los abuelos maternos Elena y Gianni y por una perrita caniche de nombre Patrizia.
    “Miss Italia fue una experiencia positiva -dice-. Es un concurso extremadamente limpio y sientes la seguridad de las personas que están contigo. Se crean amistades y es una manifestación que aún hoy tiene sentido porque ayuda a descubrir talentos pero, principalmente, hace surgir el talento, muchas veces latente, que hay en cada uno de nosotros”.
    “Y más allá de la estética -subraya- hay que sacar a la luz lo que tenemos nosotros mismos y nunca tomamos en consideración.
    En lo que a mi se refiere, por ejemplo, el coraje que nunca pensé que pudiera tener y también el hacer frente a argumentos más emotivos y susceptibles”.
    “Es verdad que cada una de nosotras tenía un objetivo, alguna de superar la primera clasificación, otra de llegar entre las primeras 10 -agrega, hablando de sus competidoras- pero todas vivieron en una manera serena el resultado. Compartí habitación con muchachas de otras regiones y todas estaban contentas de su ubicación”.
    Y para ella ésta fue casi una doble victoria que llegó a último momento: primero “bochada”, luego vuelta a la competición y finalmente coronada: “ello confirma que en la vida todo es posible y nunca hay que decir nunca…”.



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